martes, 30 de marzo de 2010

Los senderos que podemos elegir.

Continuamos algunas reflexiones sobre los estados de ánimos, iniciadas en ediciones anteriores, y esta vez nos preguntamos… ¿Se pueden elegir los senderos de la vida?

Muchas recomendaciones de buena voluntad a las cuales acudimos tanto como amigos y muchas veces como profesionales, indican a personas en crisis frases como “vos podes elegir como vivir tu vida”.

Detrás de ello existe una gran verdad.

Podemos cada día levantarnos y decir como la canción de Serrat nos invita a plantear “ hoy puede ser un gran día, duro con él !”. ¿Es esta una posición inocente o ilusa? No, para nada, es conocida la fuerza de la actitud para seguir adelante. Más allá de los muchos problemas que tengamos, como nos “paramos” frente a la vida, hace a la diferencia.

El pensar positivo no logra magia. No es que los problemas desaparezcan, siguen ahí por mas que no queramos, simplemente que nos enfocamos con la fuerza suficiente para encararlos bien y así hacemos de esa “montaña” que nos aplasta una piedra más que debemos sortear en nuestro camino.

¿Pero siempre se puede elegir? ¿Siempre se puede poner voluntad por sobre el estado anímico?

Bueno, en realidad no. Si la depresión es muy severa las posibilidades de salir requerirán de un auxilio profesional. Pero aun así, si no existe una demanda, si no se pide ayuda, nada se puede hacer. Así que en vista de eso, también la elección de consultar es una posibilidad de cambiar el rumbo.

Para que se visualice mejor el tema, imaginemos que la vida es un camino, en el cual debemos avanzar. Sabemos que cada camino es distinto, a veces esta marcado por otros, y en muchos casos “se hace camino al andar”, - siguiendo con el "Nano"-.

En algún momento de la vida, una perdida, nos puede poner en una encrucijada, en un camino que se termina y nos obliga a elegir otras vías que tomar. Y por lo general se presentan dos caminos posibles: el de la montaña o el de las cavernas subterráneas.

Muchas veces, por miedo a perder (o reconocer lo ya perdido), por no arriesgar a caerse, se elige el de las cavernas. Es aparentemente menos riesgoso, pero mas lúgubre, oscuro, apenas se puede respirar y ver. Esta lleno de alimañas y fantasmas (recuerdos que atormentan). Se llena a su vez de trampas que sin querer vamos creando a nuestro paso y, dado que a veces se camina en vueltas, solemos caer prisioneros de las mismas.

Pero una vez iniciado este camino descendente, no esta todo perdido…existen en algunos espacios pequeños destellos de luz y escaleras cada tanto (personas que nos tienden la mano). Obviamente estará en nosotros el querer seguir en la oscuridad o acercarnos a la luz.

El camino de la montaña, con senderos peligrosos, peñascos inestables, también con trampas creadas si querer por otros, es el camino de la luz, donde se puede respirar hondo y sentir que la vida fluye. Posee muchas dificultades, cada paso es un riesgo, pero a su vez nos permite sentir que vemos un panorama más amplio a medida que se sube. Podemos tropezar y caer (es lo más común), pero nos levantamos viendo la piedra que debemos esquivar, pues la experiencia nos permite evitar los pasos falsos del pasado.

De ese modo ambos senderos son paralelos… podemos estar en uno o en otro… podemos cambiar, pedir ayuda o conformarnos con “esto es lo que hay” y seguir en la oscuridad maldiciendo porque no hay luz.

La decisión, como siempre, es tuya…