Muchas veces se plantean situaciones que nos desbordan, que nos superan, de las cuales no queremos saber nada y preferiríamos mandarnos a mudar. La cotidianeidad hecha rutina, o situaciones que antes soportábamos de nos van de las manos…pero si es lo de siempre… que ha pasado?, que fue lo que cambio… el problema o nosotros?
La realidad o nuestra manera de enfocarla?...
Por lo general nos pasa, en distintos momentos de nuestra vida que las cosas que antes nos gustaban, de golpe no nos generan nada; o situaciones que no nos causaban problemas y las tolerábamos perfectamente ahora nos complican hasta el punto de detestarlas.
Y que fue lo que cambio… el problema o nosotros? La realidad o nuestra manera de enfocarla?...
Un pequeño cuento, citado por Mariscal dice:
Una mujer descubre en el supermercado que Dios está detrás de un mostrador: Es la mía, se dijo y preguntó:
- «¿Qué es lo que vendes?»
- «Todo lo que tu corazón desee,» le contestó, el Señor.
- «Bueno entonces dame felicidad, paz, algo de dinero, salud para mi y toda la familia; y también para el barrio, además...»
- «No entendiste bien querida», respondió luminoso el Padre,
«yo vendo las semillas...!»
La fuerza de nuestra actitud como siempre será la que marque la diferencia, nada esta hecho todo por hacerse y de cómo encaremos la realidad devendrá el resultado. Lo sabemos.. pero no siempre lo podemos lograr, ¿Por qué?
Desde ciertas predisposiciones genéticas o hereditaria que nuestros padres nos legaron) y de nuestras experiencias infantiles (reales o fantaseadas), hemos ido construyendo nuestra estructura de personalidad y en función de ella nuestra experiencia vivida conforma un particular esquema de visión del mundo. Es decir, no es para todo eso de “quien se quemo con leche, ve una vaca y llora”…
Algunos se viven quemando con leche y aman a su vaca, y otros le contaron que pasa y sin experimentar huye sin saber porque (se hará amigo de la leche en polvo o cualquier cosa con tal de no arriesgar). Esa particular respuesta a como encaramos la vida esta condicionada pues, pero no es determinante, uniforme o invariable. Siempre están los ciclos en donde la vida se nos presenta con sus altas y bajas, además de factores que podemos reconocer en nosotros que nos permitan mejorar nuestros recursos. Una modalidad de acción “llevadera”, se llama “Rutina”.
El acostumbramiento es una modalidad a la cual nos sometemos y sometemos (“sin querer queriendo”) a los demás… se hace una amiga traicionera por su cara de útil pero con una realidad destructiva. ¿Porque? Pues en 1er. lugar porque la rutina presenta un desgaste, que hace que “automaticemos” nuestra vida en un ciclo corto, es decir que vivamos siempre una película que se repite día a día, quitando creatividad, quitándole sabores a descubrir cosas nuevas. Pero, como decíamos, si cada uno posee una estructura distinta, en un grupo o en una pareja la rutina no siempre se amolda a la estructura de todos.
Habrá un espacio de tiempo en que alguien se amoldara a ese esquema, pero a la larga (en función de su ciclo personal) hará crisis y dependiendo de la madurez de la parte eso implicará una crisis pasajera o definitiva para ese grupo o pareja.
Combatir la rutina es una tarea de día a día, construir sobre lo conocido pero recreando el espacio, no generar acostumbramientos a la comodidad (ni para nosotros ni para los demás), pues lo siempre lo mejor es amigo de lo bueno… el evitar los esfuerzos, eludir las confrontaciones (a tiempo y bien manejadas), solo nos lleva a un fracaso, que por mas que no duela, no sirve.
Para ilustrar y siguiendo con ejemplos de Dios y Semillas, va este cuento (cuyo autoría creo le pertenece a Osho) para ilustrar lo último dicho.
Un día un viejo campesino fue a ver a Dios y le dijo:
- "Mira, tú puedes ser muy Dios y puedes haber creado el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte: No eres un campesino, no conoces ni siquiera el principio de la agricultura. Tienes algo que aprender".
Dios dijo:
- ¿Cuál es tu consejo?
El granjero le respondió:
- "Dame un año y déjame que las cosas se hagan como yo quiero y veamos que pasa. La pobreza no existirá más.
Dios aceptó y le concedió al campesino un año. Naturalmente éste pidió lo mejor y sólo lo mejor... ni tormentas, ni ventarrones, ni peligros para el grano. Todo confortable y cómodo... y él era muy feliz. El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol... había sol; cuando quería lluvia... había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, ¡matemáticamente perfecto!
El trigo crecía tan alto que el granjero fue a ver a Dios y le dijo:
-"¡Mira!, esta vez tendremos tanto grano que si la gente no trabaja en 10 años, aun así tendremos comida suficiente".
Pero hubo un problema... cuando se recogieron los granos todos estaban vacíos. El granjero se sorprendió y le preguntó a Dios:
-"¿Qué pasó?, ¿qué error hubo?
Ante tal inquietud Dios le respondió:
-"Como no hubo desafío, no hubo conflicto, ni fricción, como tu evitaste todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente. Un poco de lucha es imprescindible. Las tormentas, los truenos, los relámpagos, son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo".
La noche es tan necesaria como el día y los días de tristeza son tan esenciales como los días de felicidad. A esto se le llama lucha y esfuerzo.
Entendiendo este secreto descubrirás cuan grande es la belleza de la vida, cuánta riqueza llueve sobre ti en todo momento, dejando de sentirte miserable porque las cosas no van de acuerdo con tus deseos.